Neuroeducación & Coaching: Haciéndome cargo de mí mismo.
Neuroeducación & Coaching:
Haciéndome cargo de mí mismo.
Por Gisela López
Insistir en la búsqueda de encontrar modelos, planes o estrategias para aplicar con nuestros hijos o alumnos, hace de los padres y maestros individuos activos y en permanente movimiento . Buscamos modelos que hagan que nuestros pequeños se transformen en mejores personas. Pero, ¿Qué hay de nosotros? ¿Quién prepara u organiza nuestro plan de acción? ¿Quién o qué personaliza nuestro aprendizaje? ¿Nos dejamos llevar solo por el día a día, vivimos en automático o tomamos las riendas de nuestros propios pensamientos y proyectos?
Siempre escuchamos la frase: “Para cambiar el mundo, debes cambiar tú primero”, “El sistema tiene la culpa, solo soy víctima del sistema”, “Yo soy así” o también “No me dan las oportunidades que merezco” entre otras ideas bajo la misma línea de pensamiento.
Todas estas afirmaciones encierran aprendizaje. Tengamos claro que todo cambio personal es única y entera responsabilidad del individuo que desea conseguirlo, de la persona que anhela vivir el cambio. Puede sonar muy duro, poco empático, algo frustrante o quizás te desanima; pero no se debe interpretar así. Vamos a descubrir poco a poco el por qué y cómo hacer significativa una nueva mirada al hoy. Este contenido se enmarca en principios de coaching y aportes de la neurociencia.
Recordemos que el cerebro tiene la capacidad para crear redes estratégicas neuronales y organizar nuevas conexiones que generan cambios o nuevos aprendizajes, conocemos esto como plasticidad cerebral: la capacidad que tiene el cerebro para recuperarse, reestructurarse y adaptarse a nuevas situaciones. Por ejemplo, nuevos hábitos, idiomas, costumbres, ritos, modelos, lenguaje, creencias, conceptos, etc. Entonces, neuro científicamente, el cambio / evolución es posible. No hay limitación. El ser humano se adapta.
Al estar considerando principios de coaching y neurociencia, no hablaremos solo de motivación, autoayuda o automotivación; hablemos de encontrar un camino, nuestro camino (que no necesariamente es el mismo para todos, inclusive entre familiares muy cercanos o muy parecidos) un plan de vuelo, una ruta de pequeños pasos que involucra el uso de nuestras capacidades, nos haga conscientes del potencial personal y gatille la motivación dentro de un orden estratégico, esto es coaching: el arte de la efectividad al hacernos cargo de nosotros mismos. El entusiasmo es fugaz, pero la motivación se sostendrá en los pequeños episodios de acierto que vayamos experimentando, le dará un mensaje a nuestro cerebro de meta cumplida, de satisfacción (segrega dopamina) y abrirá nichos con oportunidades a nuevos retos, siempre verificando que nuestro criterio de realidad esté calibrado (sin compararnos, mirándonos como individuos singulares y neurodiversos).
Inconscientemente, nos comparamos todo el tiempo.
Nuestro entorno nos expone a exceso de positivismo, una sociedad dada a producir y competir entre individuos. Nos comparamos permanentemente y anhelamos el aparente nivel de éxito que otros evidencian. Este círculo vicioso: estímulo - comparación - respuesta/reacción, finalmente ocasiona que vivamos grandes episodios de frustración, ya que el estímulo que recibimos es tan abrumador y nuestro ritmo personal para lograr llegar a esa meta ideal no es directamente proporcional al resultado que vivimos. En otras palabras, no tenemos una varita mágica para lucir, parecer, oírnos, estar o hablar como el modelo a seguir que vemos en las redes. Esta sobre estimulación produce cambios en los neurotransmisores cerebrales como la oxitocina, la adrenalina, la dopamina, la serotonina, la testosterona y el cortisol. Y, ¿Qué son los neurotransmisores? Los neurotransmisores son las sustancias químicas que se encargan de la transmisión de las señales a través de las sinapsis (conexiones), desde una neurona hasta la siguiente. ¿Cómo se afecta nuestro cerebro por esta sobre estimulación? El desequilibrio entre neurotransmisores excitadores (impulso) e inhibidores (límites) a nivel cerebral podría ser el origen común de enfermedades psiquiátricas muy diversas como la depresión y la ansiedad.
Diariamente, nos exponemos a expectativas no reales, esto estimula nuestra amígdala (sistema límbico) en busca de un resultado inmediato que, lógicamente, aún no lograremos. Nuestro cerebro pide resultados y experimentamos miedo por no alcanzar los estándares establecidos en la sociedad. Pero, en vez de tomar conciencia, identificar nuestro potencial y planificar la ruta de evolución, nos seguimos comparando, exigiendo y terminamos frustrados. Quizás también podemos optar por competir directa e intencionalmente e intentar demostrar a otros permanentemente que también somos exitosos y que estamos disfrutando lo que somos. Es un sentido de búsqueda de aprobación, directamente vinculada al feedback inmediato. Una respuesta natural de estímulo - respuesta.
Por otro lado, vemos que nuestro criterio de realidad no está equilibrado. Claramente, podremos alcanzar los mismos o mejores logros que los que nos muestran en pantalla, pero deberemos considerar que la real ubicación de nuestro punto de inicio no es el mismo punto de partida que nuestro modelo de influencia tiene o tenía. Entonces, si no estamos en el mismo peldaño que nuestro modelo inspirador, ¿Cómo sería lógico alcanzar la misma meta en la misma temporalidad?. La ansiedad generada por la frustración no nos permite ver objetivamente el panorama, invertimos el tiempo en consumir contenido más, no en organizar e iniciar un plan de acción. Suena un poco complicado romper esta rutina y es por ello que algunas veces necesitaremos a alguien que nos pueda acompañar a sentar las bases para dar el gran inicio.
¿Es entonces una práctica negativa o contraproducente para nuestro sistema nervioso el compararnos con modelos que consideramos exitosos? La respuesta es sí y no.
Sí, es negativo porque no te deja ver tu propia realidad, anhelas los resultados de otro, pero no asumes responsabilidad en tu proceso para llegar a esa meta. Y No, porque el ver casos de personas de éxito te da modelos que pueden inspirarte a construir un plan contextualizado en tu propio ritmo, potencial y nivel de compromiso.
Es importante considerar: capacidad + disciplina = éxito. Y al mismo tiempo recordar que el concepto de éxito es camaleónico, cada persona lo interpretará y disfrutará según la temporada que le esté tocando vivir. Por ejemplo:
Para un niño el éxito será construir el juego de LEGO que le regalaron en navidad.
Para un adolescente, sentirse aceptado en su grupo social o validar su identidad.
Para un joven, independizarse o mostrar competencia académica / profesional.
Para una madre….
Para un padre…
Para los abuelos…
Etc.
Entonces, ¿Cómo poner en práctica nuestra plasticidad neuronal y nutrir nuestra dinámica diaria con principios de coaching para hacernos cargo de nosotros mismos, de nuestra evolución y cambio?
Todo empieza por ti, independiente de tu entorno, circunstancia, pasado, experiencias, genética, etc. Aprender es cambiar, es moverse. Pero para moverse hay que actuar. En conclusión, no existen varitas mágicas ni recetas para el éxito. Podemos motivarnos y mentalizarnos; inclusive visionar y decretar, pero si no hay acción, no habrá reacción. O nos movemos o no avanzamos.
La neurociencia respalda el uso de las rutinas, procesos, estructuras, disciplina y modelos estratégicos que adquiere el cerebro con el paso del tiempo, los estímulos que reciba y las experiencias que viva. Así se logra el aprendizaje. El cerebro transfiere la información al modo de vida, usa lo que aprende en su día a día. Aplica técnicas, organiza ideas, planifica procesos y ejecuta procedimientos. La neuroeducación también nos repite que las habilidades se entrenan, desarrollan y potencian; el cerebro aprende por repetición y experimentación. Afirma la nueva creencia y acciona el conocimiento condicionado a la situación y entorno. Para ver movimiento tenemos que entrenarnos en lo que queremos ver, respetar nuestro ritmo y disfrutar los pequeños logros, celebrar el esfuerzo y no solo el resultado. Esto disminuirá la ansiedad.
Algunas ideas que te pueden ayudar en tu organización:
Elabora un plan. Un plan de expectativas reales, con un objetivo claro y a muy corto plazo. Anótalo describiendo en pequeños pasos el proceso. Tu plan puede abordar cualquier área en tu vida: salud, emocional, profesional, familiar, etc. Elige uno de estos aspectos para comenzar. No elabores 4 o 5 planes a la vez.
Ponle temporalidad a ese plan, siempre a corto plazo. Puede ser de 1 semana, diario o máximo mensual.
Busca compañía que te asesore o de andamiaje para mantener equilibrado el criterio de realidad. Comparte tu plan con alguien que pueda acompañarte o supervisarte objetivamente, sin juicios ni acusaciones.
Reorganiza tu horario. Anota el tiempo que pasas haciendo cada actividad de tu rutina diaria, reflexiona y pesa/evalúa (costo - beneficio) el tiempo que cada actividad te consume. Vuelve a organizar las horas, no olvides incluir actividades de disfrute (cine, lectura, caminata, deporte, etc.). Es posible que necesites empezar a despertar un poco más temprano. Utiliza tus alarmas.
Suelta y desaprende. Depura actividades, compañías, creencias, conceptos o dinámicas que no van a sumar en las miras de lograr el plan. Desintoxica tu entorno.
Basa tu plan en tus capacidades y recursos. No dependas de otros, ni en lo material ni en la aprobación. No condiciones tus pasos a las opiniones o feedback que den sobre tus cambios. Inicia por ti mismo, luego celebrarán contigo y así al momento de replantear no culparás a tu entorno.
Anota tus logros, colócalos en un lugar visible para ti, no para los demás; evita buscar aprobación. La memoria a corto plazo irá registrando la información de tus aciertos, estas afirmaciones sostendrán la motivación.
Replantea y vuelve a comenzar. Todo es perfectible, decidir comenzar es el primer gran paso, este se sumará al segundo, y este al tercero y así hasta lograr el goal. Un plan no es un pensamiento, no hablamos de temas románticos y por eso no se trata de pura motivación, esto es acción y ciencia. Tu cerebro adquirirá el hábito por la repetición. Tu sistema nervioso central recibirá serotonina, así tengas que volver al paso 1 una y otra vez.
No te acuses, sé flexible. Solo vuelve a comenzar. Si consideras que el plan no está funcionando, ubica la variable que detona el fallo. En ocasiones no lo verás por ti mismo, alguien debe abrirte esa puerta. Ten oídos enseñables. No te defiendas ni des pretextos, solo escucha y ponle atención.
Para reflexionar:
¿Qué fuerzas motivadoras encuentras en ti?
¿Qué te empujaría tanto a moverte del estado en el que estás ahora a un nivel nuevo o superior?
¿Qué te incomoda tanto que estarías dispuesto a reorganizar tu cerebro en un nuevo modelo de aprendizaje?
¿Cuántas historias más (no tuyas) necesitas ver en redes para decidir empezar a crear la tuya propia?
¿Cuántas horas más pasarás comparándote o responsabilizando a otros?
Espero que estas preguntas hayan cumplido su funcionalidad: incomodarte y buscar respuestas.
Todo empieza por ti, “El que busca afuera sueña, el que busca adentro despierta” Carl Jung.
Entonces, compárate contigo mismo. ¿Eres el mismo de hace 1 año, 2 años, seis meses?
Finalmente, no olvidemos que el cerebro necesita oxigenarse, respirar. El ejercicio al aire libre, la meditación y la respiración consciente son buenas compañías para planear, planificar y replantear.
Listo, ¿Cuándo comenzamos? Hoy es un buen momento.
¡Suerte!, un día a la vez.
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