Educación socioemocional: Neuroeducación & Coaching.
Educación socioemocional: Neuroeducación & Coaching.
Por Gise López
La palabra emoción viene del verbo latino emovere, que significa moverse, lo que nos hace pensar que cada emoción nos lleva directamente a una acción. Esta acción / reacción puede ser alejarse o acercarse a un estímulo, persona o situación. Es entonces que podemos vincular nuestro cuerpo con un determinado tipo de conducta directamente relacionado al registro y expresión de una emoción específica.
El entorno en el que se desarrolle toda experiencia de enseñanza aprendizaje (no solo en ámbito escolar) debe considerar que las emociones están presentes. Niños, jóvenes y adultos, somos todos seres sociales y con emociones primarias y secundarias. Los especialistas de CEREBRUM nos explican cómo se subdividen las emociones:
Emociones primarias:
Aquellas que no necesitan conectarse con la consciencia o la cognición, y están presentes en los animales y humanos. Se han descrito seis emociones primarias: alegría, tristeza, miedo, ira, sorpresa, aversión (asco).
Emociones secundarias:
También conocidas como emociones aprendidas, son aquellas que están conectadas con la consciencia y que actúan con participación cognitiva. A diferencia de las emociones primarias, están presentes únicamente en humanos y resultan de un trabajo en conjunto de estructuras cerebrales corticales y subcorticales. Entre ellas, se pueden nombrar los celos, la envidia, el rencor, la ansiedad, la aceptación, el desprecio, etc.
El ignorar cómo funciona nuestro cerebro en relación a las emociones y cómo esto se conecta con nuestro aprendizaje o conductas diarias, nos deja actuando como un avión en piloto automático. Una especie de carrito chocón dentro de un parque de diversiones que solo cambia de dirección al chocar con otro. No se anticipa, no se prepara, no decide la fuerza del choque, solo espera el choque y reacciona.
Si somos niños, son los adultos (padres y maestros) los llamados a validar cada una de nuestras emociones, no juzgarlas ni criticarlas. Deben ayudarnos a ponerles un nombre y entender lo que sentimos como expresión por haber recibido un estimulo, para que así nuestro cerebro almacene episodios de acierto y memorias sanas que podamos evocar cuando dicha emoción aparezca nuevamente. Recordemos que los niños no son adultos en pequeños cuerpecitos, los niños son seres humanos en maduración y formación; sin experiencia de vida. Mucho de lo que ellos hacen es porque lo aprendieron de nosotros. Nos imitan.
Si somos jóvenes o adultos, podemos y debemos reflexionar cada día sobre nuestras acciones y reacciones. Buscar, en algunos casos con ayuda profesional, cuál es el gatillador de ésa reacción que nos agrada o incomoda; identifiquemos las causas para trabajar en ellas. Además, no olvidemos dar a nuestro sistema nervioso espacios de equilibrio y calma a través de la respiración consciente y/o ejercicios de meditación. Un sistema nervioso en estado de alerta permanente reacciona sin filtrar las respuestas ni inhibir impulsos. En este estado nos será complicado poder ayudar o entender a nuestros hijos o alumnos. Por otro lado, un sistema nervioso “cerrado” o equilibrado nos permite escuchar, organizar las ideas y luego responder.
Para reflexionar:
Tomemos protagonismo y presencia sobre nuestras desicicones y reacciones en cada día de nuestra vida. Recordemos que existe una conexión directa entre: Pensamiento - Emoción - Acción. Quizás muchas veces hemos oído la afirmación: somos lo que pensamos. La ciencia nos confirma esa idea.
Por más que queramos hablarle a nuestras emociones, para reprimirlas o disfrazarlas, no lo lograremos. A quien debemos hablarle es a nuestra mente, a nuestros pensamientos, gestionarlos, reemplazarlos y evolucionar; decidir y elegir lo que entrará a travésde lo sentidos a nuestra vida minuto a minuto y por ende llenará nuestra mente.
Existen muchos pensamientos que hemos adquirido del entorno en el que hemos crecido. Sin embargo, al crecer y ampliar nuestro conocimiento nos confrontamos con estas creencias y la nueva realidad. Muchas veces estas creencias limitantes hacen que interpretemos la realidad con un sesgo o prejuicio innecesario. Examinemos nuestra línea de tiempo y veamos cuánto de las decisiones que tomamos están basadas en una carga emocional tóxica. Es posible que necesitemos ayuda profesional para poder calibrar nuestro criterio de realidad y así transformar nuestra visión.
Las emociones son reales, producto de un cerebro en constante actividad e interacción con el ambiente. CEREBRUM 2022
¡Suerte! Un día a la vez.
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